¿Sabías qué...
…en Buenos Aires se conserva un Milagro Eucarístico?
En 1992, en la parroquia Santa María, una hostia comenzó a mostrar un aspecto de carne y sangre.
…el Milagro permaneció en secreto durante varios años?
El suceso quedó oculto varios años porque los sacerdotes prefirieron el silencio antes de compartir lo que había ocurrido.
… la ciencia también intervino?
Muestras fueron enviadas a laboratorios de Estados Unidos y los resultados hablaron de tejido humano.
…el Papa Francisco estuvo vinculado a esta historia?
Cuando era arzobispo de Buenos Aires, siguió de cerca el caso y autorizó estudios.
…hay testigos que aún lo recuerdan en primera persona?
El sacerdote que estaba a cargo de la parroquia en ese momento fue uno de los primeros en ver la hostia transformada. Con el tiempo, relató lo que había sucedido, y la responsabilidad de custodiar un signo extraordinario.
…Carlo Acutis incluyó este Milagro en su catálogo digital?
El joven beato recopiló milagros eucarísticos en todo el mundo, y el de Buenos Aires ocupa un lugar destacado.
La parroquia Santa María abre sus puertas a quienes buscan conocer de cerca esta historia de fe.

El silencio y la emoción frente al Signo Eucarístico de Santa María
Durante la charla, se percibía una fuerte emoción entre los fieles. Algunos rezaban en silencio, mientras que otros se conmovieron hasta las lágrimas con el relato.
Por CLARA SÁNCHEZ CAPILLA
Cada cuarto sábado y tercer viernes del mes, en la iglesia Santa María se realiza la narración de los hechos del Signo Eucarístico. El sábado 23 de agosto, se llevó a cabo el ritual en la iglesia ubicada en Almagro. Al ingresar, los fieles se encontraban con dos pasillos largos repletos de distintas reliquias: un mechón de pelo del recientemente canonizado Carlo Acutis, estatuas de otros diversos santos y en una capilla aparte, dentro de una vidriera, el mismísimo Signo Eucarístico.
Veinte minutos antes de comenzar la narración, empezaron a llegar las personas. Los primeros fueron varios adultos mayores, seguidos por grupos numerosos de fieles representantes de otras parroquias. Mientras esperaban el inicio del relato, las personas estaban dispersas por la iglesia. Había quienes admiraban el Signo Eucarístico, otros se arrodillaban en silencio frente al altar y muchos recorrían la parroquia para admirar las distintas figuras expuestas.
A las 11 en punto, inició la narración. Cuatro expositores se presentaron frente al altar de la iglesia y explicaron la dinámica: primero relatarían los milagros eucarísticos ocurridos en 1992, 1994 y 1996, luego, se presentaría la evidencia científica que los respalda y, finalmente, habría un espacio de preguntas y respuestas. Susana se encargó del Milagro Eucarístico del 1992, Roxana de lo sucedido en 1994, Jorge del Milagro del 1996 y, por último, Marta presentó la evidencia científica.
Durante la charla, se podía observar la emoción de los fieles. Unos cuantos de los presentes rezaban en silencio y otros no pudieron contener las lágrimas de lo que les generaba la narración. “Me caían lágrimas de felicidad. Durante la exposición sentí la presencia de Dios de otra manera”, confesó Claudia Gimenez, miembro de la parroquia Nuestra Señora de Fátima.
“Todo comenzó el primero de mayo de 1992”, relató Susana para dar comienzo a la charla. Explicó que después de la misa del domingo, el padre Carlos, párroco de Santa María en ese momento, encontró dos pedazos de hostia consagrada frente al sagrario, sobre el corporal. Según el protocolo, fueron colocados en un recipiente con agua para que se disolvieran. Sin embargo, durante los días siguientes, al abrir el sagrario nada parecía cambiar. El lunes 8 de mayo, mientras celebraba la misa, el Padre Juan retiró el copón y observó que la hostia había cambiado de aspecto y que había adquirido un color rojizo. Sin decir nada, continuó con la ceremonia y, una vez que finalizó, la observó con mayor detenimiento. Vio exactamente lo mismo que antes: la hostia presentaba manchas rojas, presuntamente de sangre. Esto fue comunicado a el padre Eduardo Pérez dal Lago, quien estaba presente en ese momento. Al informarlo al cardenal Bergoglio, pidió que el hecho se mantuviera en secreto hasta nuevo aviso.

La muestra de 1992 estaba seca a la hora de los estudios, pero se demostró que a la hora de la muestra el tejido estaba vivo. Imagen: PT.
Tras explicar que el 24 de julio de 1994, durante la misa de niños, cayó una gota de sangre en frente del copón, Jorge pasó a explicar el Milagro de 1996. Contó que el 19 de agosto una mujer le comunicó al padre Alejandro Pezet que había una hostia sucia y el padre siguió el mismo procedimiento que en 1992. El 26 de agosto, se encuentra, en el sagrario, una mancha roja.
Después de varios años de estudios, en mayo del 2000, se dictaminó que oficialmente había sido un milagro eucarístico, según explicó Marta, y pasaron a explicar los descubrimientos científicos de los Signos. Después de explicar los hechos más importantes, los narradores continuaron con la charla que duró aproximadamente una hora y media.
En las Narraciones del Signo Eucarístico, la parroquia Santa María recibe cientos de fieles que buscan contemplar el Milagro. Imágenes: CSC y OA.
Al finalizar, se realizó una adoración hacia el Signo Eucarístico. Muchos de los presentes se pusieron de rodillas para rezar y adorar la presencia del milagro eucarístico. “Es estar en presencia de Dios encarnado”, expresó un miembro de la parroquia Nuestra Señora de la Merced.
Entre los fieles presentes en la iglesia, estaba Laura, una mujer de 87 años que se animó a compartir su historia. Con una mezcla de serenidad y dolor, contó: “Mi esposo Guillermo padece un cáncer de vejiga y eso nos hizo atravesar momentos muy difíciles”. Aún así, Laura asegura que encuentra fuerzas en su fe, la misma que la sostuvo frente a dos pérdidas muy dolorosas: primero, la de su hija discapacitada y, más tarde, la de otra hija que falleció a los sesenta años. “Hoy, estoy en esta iglesia escuchando esta narración porque creo que es el mejor lugar que me puede ayudar a seguir adelante”, concluyó.
Tras media hora de adoración, a las dos de la tarde las puertas de Santa María se cerraron. Los fieles se retiraron en silencio, no sin antes detenerse una vez más frente al Signo Eucarístico y hacer la señal de la cruz antes de atravesar las puertas del establecimiento.